Después de dos años y siete meses de viaje, el 5 de octubre de 2011, entramos a Brasil, un nuevo país en nuestro viaje. A pesar que somos vecinos nunca habíamos visitado el segundo territorio más grande de América.
La moneda es el Real
Idioma: Portugués
1 Dólar = 1,79 Reales
1 litro de gasolina: 3 Reales
Manejamos de un solo tirón desde la frontera de Pacaraima, límite con Venezuela hasta Boa Vista. Tuvimos que viajar un poco más despacio de lo normal porque la carretera tiene muchos pozos o buracos como los llaman aquí y es muy angosta, además de ser muy aburrida y con mucho calor.
Boa Vista, la primer cuidad grande en el norte de Brasil, tiene un diseño muy particular, una plaza central redonda donde convergen todas las calles en forma de abanico. Es muy prolija y de calles anchas. Llegamos temprano un día feriado, parecía que no vivía nadie en la ciudad. Teníamos un contacto de couchsurfing donde nos quedaríamos un par de días, pero nos dejó plantados a las seis de la tarde sin tener idea donde meternos y para colmo sin un mango para un hotel. Aquí en Brasil los hoteles ya serían un lujo porque son muy caros.
Recorrimos la ciudad, visitamos el supermercado para comparar precios con otros países y para ver que había de rico para comer. Salimos muy alegres porque encontramos pan dulce, dulce de batata y el mejor compañero de cualquier viajero, mochilero o estudiante, un rico y barato paté. La verdad que no podíamos gastar ni un mango (ni un peso) pero para contrarrestar lo mal que comimos en Venezuela nos dimos un gustito, excepto en la casa de nuestros amigos venezolanos que nos cocinaron muy rico. Ya teníamos un gran banquete para la cena.
Estábamos un poco desorientados porque no sabíamos donde dormir debido a que todas las gasolinera eran muy chicas y el cuerpo de bomberos no lo podíamos encontrar. Le preguntábamos a la gente y no tenían ni idea donde quedada el cuartel, “esto nos recordaba a Venezuela cuando preguntábamos por los bomberos y nos mandaban a la estación de servicio. Bombero son los que atienden las bombas de las gasolineras”.
Al final ese día terminamos durmiendo en el patio de la casa de Leonardo, un joven que apareció en el momento justo. Resulta que había estudiado en Argentina y le había ido muy bien allá. Esa noche nos invitó a una peña de gauchos brasileros.
Resulta que en el norte de Brasil, aunque parezca mentira hay muchos gauchos que han emigrado del sur de Brasil, también gente de campo, que toma mate, come asados y escucha folklore y hasta chamamé. Se visten con bombachas (son unos pantalones que se pueden ver en la foto donde esta Pelu con los cuatro gauchos) y alpargatas (es un calzado típico del gaucho argentino) muy similares a las nuestras. Tienen una asociación de gauchos donde se juntan casi todos los días.
Esa noche, como regalo del cielo, Leonardo nos invitó a comer un rico asadito en vara al estilo brasilero. Disculpen que no tenemos fotos del asado, pero fue tan grande la emoción de comer un asadito, acompañado de ensalada rusa y otra de lechuga con aceite de oliva y vinagre de vino, que nos olvidamos de las fotos.
Hicimos los primeros intentos de vender libros, fotos y unos cuchillos de los que Carlos fabricaba antes de salir, pero nada de nada. La cosa pintaba un poco fea si no podíamos vender algo.
Salimos para Manaus, no teníamos ni idea a que nos enfrentaríamos, ya que algunos nos habían comentado que la ruta estaba un poco rota, otros que estaba destrozada y etc, etc.
Carlos lo primero que armó fue la caña para probar suerte por estas tierras lejanas y de supuesta buena pesca. Lo único que saco fue quemarse toda la espalda con el sol. Lamentablemente los ríos y los arroyos están todos devastados por el hombre, llenos de canoas, redes y mucha contaminación. Esto es lo que sucede sobre la carretera. Tal ves un poco dentro de la Amazonia, la historia sea diferente.
Los primeros 100km después de Boa Vista y los últimos 100 están muy buenos, pero los 800km restantes están detonados; la 12 no pasaba los 30 o 40 km ph. Bueno, no mucha diferencia de su velocidad normal. Algunos posos o mejor dicho cráteres tenían más de medio metro de profundidad. La ruta se destruyó hace unos años con una gran inundación.
Con paciencia y muy cansados llegamos a Manaus, una increíble ciudad de casi dos millones de personas, con mucha movida portuaria y mercantil. Nos fuimos derecho al puerto a comenzar a buscar un barco para bajar a Porto Velho, porque la decisión de ir a Belén ya la habíamos descartado por el alto costo de la gasolina y las pocas ventas de libros que habíamos tenido.
Navegar desde Manaus a Porto Velho
Nos ofrecieron muchas balsas, pero solo una iba a nuestro destino y llevaba autos y pasajeros. Esta es la balsa Almirante Moreira que sale una vez por semana desde el Porto Demitrio. Nos cobró 150 reales por persona y por el 12, 450 reales. Nos dieron muy buen servicio durante los 5 días de navegación. Los teléfonos de contacto son:
Capitán Eliezer: 9175- 0991
Raimundo: 69-92352425
Antes de contactarnos con esta balsa recorrimos todos los puertos que hay en Manaus.
En el puerto Do Cimento se puede averiguar por balsas que van a Santarem, y en el puerto de Manaus averiguan los barcos que van a Belén.
Mientras esperábamos el día de salida de la balsa recorrimos un poco el centro viejo, Pensar que estas viejas construcciones fueron testigos de la fiebre del caucho y del oro en la década pasada.
Caminamos por los gigantes mercados de pescados, frutas y chucherías.
Nuestro hotel en Manaus fue en el cuartel de bomberos. Nos aguantaron unos cuatro días. Fuimos atendidos increíblemente. Nos brindaron duchas y ricas comidas. Jorcimar, el subcomandante de bomberos militar, nos obsequio unas gorras. Gente de su cuerpo nos regalaron unas camisetas y el último día Marcio, el segundo a cargo, nos llevo a dar una vuelta a una autentica fiesta brasileña que se realiza todos los años donde ellos tienen que ir a cubrir el evento.
Muchísimas gracias amigos!!!!!!!!
Pasamos 5 días descansando en la balsa. Los desayunos eran a las 6 de la mañana y a las 11 comenzaba el almuerzo. Lo único que hacíamos era leer, subir a la cubierta del barco para mirar los delfines rosados, los yacarés, las casas de los buscadores de oro y toda la vida que tiene el río Branco. Dos días a media tarde nos cocinaron una rica parrillada. Hicimos buenos amigos como Niran y Carlos. Lo único que no hicimos fue dormir en las hamacas porque las nuestras son muy incómodas, preferimos dormir en el suelo en las colchonetas inflables.
En Porto Velho tomamos la ruta 163 hacia el sur del país. Fueron 10 días de manejar todo el día por carreteras aburridas y muy concurridas por camiones. A medida que avanzábamos se nos iban terminando los últimos reales que nos habían sobrado del cruce del rio y para colmo la gasolina subía de precio cada ves más, en lugar de bajar debido a que de apoco nos estábamos acercando a los lugares donde se destila el combustible.
En Brasil es muy difícil poder especular con el precio de la gasolina. Por ejemplo a la entrada de un pueblo el precio del litro puede estar a 3 reales, a 5 cuadras a 2,8r y en el medio de la nada, donde en cualquier país vale muy caro se puede conseguir a 2,7 r.
Algo positivo es que las estaciones de servicio tienen agua fría para tomar, duchas con agua caliente gratis (mas hacia el sur), y muy lindos espacios para dormir seguro todas las noche. A las 8 de la noche las rutas se tranquilizan y se puede dormir muy a gusto, el silencio se disfruta mucho.
El tráfico de camiones con cargas es inimaginables, de todos los puntos de Brasil pasan por este corredor. Los camiones son muy grandes, con más de 400hp y viajan a alta velocidad. En un día pudimos ver más de tres vuelcos. La ruta tiene continuas lomas muy altas y bajadas pronunciadas, en muchos tramos casi no hay banquinas. La 12 no superaba los 60 km para ahorrar gasolina y se armaban unas colas de estos monstruos que nos querían comer.
No es muy recomendables ir de turismo por esta zona, todas las noche terminábamos muy cansado y estresado.
En las partes donde no fue saqueada la selva, por los furtivos aserraderos y por la industria agros ganadera,(lamentablemente cada ves son mas las áreas desbastadas), se pueden ver tucanes, guacamayas con unos colores impresionantes, osos hormigueros, carpinchos, yacaré, tapires y ñandúes. Estas ultimas en cantidad y pastando en los campos de soja. También se puede ver alguna anaconda que intentó cruzar la carretera y solo quedaban de ellas, unos o dos metros sanos.
A medida que íbamos bajando el suelo brasileño se iba transformando en una inmensa paletas de colores verdes y rojo de sus tierras saturadas de hierro.
Las miles de hectáreas de soja y caña de azúcar, por lo que podíamos ver, están tomando cada ves mas importancia en la economía brasilera. Se ven menos siembras de maíz, trigo, sorgo, yerba mate y muchas mas que desconocíamos.
En los lotes semi desforestados abundan la ganadería, en su mayoría de la raza cebú.
Estamos muy cerca de llegar a Argentina. Con mucha ansiedad y esperando que en la frontera de Foz Do Iguazú nos reciban bien.
La próximas noticias serán desde Argentina.